Parques Arqueológicos
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El relato de Fernández de Oviedo

A los trece de septiembre, vino el cacique de Ponca asegurado por el capitán Vasco Núñez, y él le hizo mucha honra, y le dio camisas y hachas, y le contentó en lo que pudo. El cacique, viéndose bien tratado, dijo en secreto muchas cosas a Vasco Núñez, que él se alegró de saber, de los secretos y riquezas de la tierra; y entre otras cosas, le dijo, que a unos días de allí había otro pechry, que en aquella lengua quiere decir mar.

A los veinte de aquel mes, partió Vasco Núñez de la tierra de este cacique con ciertos guías que Ponca le dio hasta que llegase a la tierra del cacique Torecha, con el cual tenía guerra Ponca; y a los veinte y cuatro días de aquel mes, dio de noche sobre el cacique Torecha y su gente, que está diez leguas adelante de Ponca, de mal camino y de ríos, que pasaron los españoles en balsas y con mucho peligro. Y allí tomó alguna gente y algún oro y perlas, y se informó más Vasco Núñez sobre las cosas de la tierra adentro y de la otra mar del Sur. Y allí en Torecha dejó parte de la gente, y partió con setenta hombres.

Y un martes, veinticinco de septiembre de aquel año de mil y quinientos trece, a las diez horas del día, yendo el capitán Vasco Núñez a la delantera de todos los que llevaba, por un monte raso arriba, vio desde encima de la cumbre de él, la mar del Sur, antes que ninguno de los cristianos compañeros que allí iban; y volvióse incontinente la cara hacia la gente, muy alegre, alzando las manos y los ojos al cielo, alabando a Jesucristo y a su gloriosa madre la Virgen, Nuestra Señora; y luego puso ambas rodillas en tierra y dio muchas gracias a Dios por la merced que le había hecho, en dejarle descubrir aquella mar.

Y mandó a todos los que con él iban que asimismo se pusieran de rodillas y diesen también gracias a Dios por ello.

Todos lo hicieron con agrado y gozosos, y de inmediato hizo el capitán cortar un hermoso árbol, del que se hizo una cruz alta, que se hincó y fijó en aquel mismo lugar y monte alto, desde donde se vio por primera vez aquella mar austral. 

Y porque lo primero que se vio fue un golfo o ancón que entra en la tierra, lo mandó llamar Vasco Núñez Golfo de San Miguel, porque era la fiesta de aquel arcángel desde hace cuatro días; y mandó asimismo que de todas las personas que allí se hallaron con él, fuesen escritos sus nombres, para que de él y de ellos quedase memoria, porque fueron los primeros cristianos que vieron aquella mar.