En el 2018 se encontró el lugar en donde funcionaba un taller de herrería, hasta el momento el más antiguo hallado en América continental. De este taller queda a la vista el horno, construido con piedras de río y tierra, y, en el centro, una boca sencilla. En sus alrededores se encontraron varios kilos de escorias, bloques de hierro sin trabajar y partes de láminas para reparar.
Debido a sus características es probable que el horno no fuera utilizado para la fabricación de grandes objetos, ya que no podía alcanzar la temperatura suficiente. Seguramente se utilizaba para arreglos o para la elaboración de algunos elementos como clavos y balas de falconete. Estas reparaciones debían hacerse con frecuencia ya que, por las condiciones ambientales, el hierro se oxida rápidamente.